martes, 31 de enero de 2012

El del tiempo, que nos diga si llueve


¡Qué miedo, qué terror, qué inseguridad! Picazo, instigado por la empresa de seguridad, nos avisa de la inminente amenaza de los ladrones (albano-kosovares, siempre, eso sí) que se ciernen sobre nosotros, desdichados.

¿Y cómo soluciono yo el gravísimo problema? ¡Pues llenando la casa de cámaras! ¿No se os había ocurrido antes o qué? Si todas las calles son lugares seguros gracias a estos artilugios. Todos sabemos que si no fuera por las cámaras de vigilancia de las ciudades habríamos muerto a manos de los enfurecidos ciudadanos. ¿Y qué es la privacidad frente a tal riesgo? Nada, una minucia.

Además, me regalan un teléfono para que pueda ver todo lo que pasa dentro cuando estoy fuera. Y así, yo solito, muy consciente de los peligros del mundo real, he convertido mi casa en la casa de Guadix de la Sierra, y si mis hijos se llevan a la pareja a casa, llego en un santiamén y les hago el coitus interruptus, y así mato dos pájaros de un tiro, preservo la inocencia de mis criaturas y evito el robo (cuidado con los deslices, si eres la parte infiel de la pareja, asegúrate de quedarte tú con el dispositivo móvil...). Un momento... ¿evito el robo? ¿O lo veo desde mi teléfono para irme preparando mentalmente ante tal contratiempo? ¿O me yergo cual Jose Luis Moreno dispuesto a recibir hachazo en la testa?

El miedo, ese instrumento del capital. Ya nos avisa el spot, los Rodríguez no tuvieron tanta suerte... estaban dentro. Vivid temerosos, protegeros contra ladrones, deshonores y fantasmas del más allá. Os diría que no salgáis de casa ante tanto peligro, pero sí, salid, porque en cualquier momento puede llegar una banda armada y llevarse hasta las almendras de la despensa. Pero cuidado con donde vais... Después de ver este anuncio, creo que todos deberíamos acampar en las comisarías, bajo la férrea protección de las fuerzas de seguridad del estado, y recordad, no llevéis nada de valor a la tienda de campaña, no vaya a ser que el de al lado sea albano, kosovar, chipriota o senegalés.

lunes, 30 de enero de 2012



Comienzo este Blog. Otro más. ¿Y para qué? Pues para comentar, despotricar y descargar iras. Cada vez que veo un spot en la televisión, acuden a mi mente ideas venenosas, que para desgracia de mi compañero manifiesto en voz alta y con cara de indignación. En aras de evitar una separación prematura forzada por esta causa, me dispongo a dejar en la red mis desvaríos e indignaciones.

Empezaré por el último anuncio de Cola Cao. El de la súperniña de la BMX. De Yahel ya se ha hablado bastante, si no lo habéis visto, he aquí un ejemplo.

Nos cuentan la historia de una niña que, ¡oh, sorpresa!, monta bien en la bicicleta. Y es que parece que lo único que relata el anuncio es que es una chica. Empezó, como no, con la bicicleta de su hermano. Supongo que a ella le regalarían Barbies. Los otros son todos chicos, que, por cierto, la miran "raro". Y buen día, se coló en una carrera, de chicos, claro. No se inscribió, participó, o tomó parte, no, SE COLÓ. Y una voz en off, que no cuadra con el resto de voces, exclama admirada que ¡ganó a todos! ¿Cómo pudo ser? ¿Qué planetas se alinearon para que una chica pudiera ganar? ¡Qué giro inesperado del sino! ¿Qué hados la acariciaron? No quiero así restar mérito a las habilidades de la muchacha, pero, por favor ¿es tan increíble?

¡Viva el Cola Cao, que ya nos brindó a su "negrito" del África, y ahora nos trae a la mujer liberada, que hace cosas de hombres! ¡Viva la igualdad!