miércoles, 13 de junio de 2012

¿Autónomos?

He visto un anuncio de un juguete. No sé qué juguete es. No me fijé. Sólo pude ver que, detrás del niño que jugaba, aparecían unas letras. Al parecer, consejos sobre cuando comprarlo. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! ¡FIN DE CURSO! Así que nos invitan a regalárselo al niño al terminar el curso. Supongo que como premio por unos buenos resultados académicos. Esto es lo mismo que hacemos con nuestra mascota cuando nos da la patita, le damos una chuchería. No deja de resultar curioso que exista el especismo cuando educamos a nuestros retoños igual que a nuestras mascotas. 

No puedo decir cómo educar a un hijo, no soy madre. Pero creo que esto es un síntoma de algo que no ocurre en la infancia, sino a lo largo de toda la vida. Y es que nadie es autónomo en sus concepciones morales o vitales. Empezamos con este ejemplo, el del niño o niña que recibe un juguete al aprobar. La motivación de este niño para estudiar no será crecer como persona, aprender o labrarse un futuro, será la consecución inmediata de una recompensa. Y esto es perfectamente entendible para un niño, pero ¿qué es lo que nos anima a los adultos a no sobrepasar los 120 km/h en el coche, a usar el cinturón de seguridad o no robar en una tienda? ¿Lo hacemos por evitar un accidente, salvar la vida en caso de colisión o por respeto al dueño del establecimiento? Estoy segura de que si preguntamos, la mayoría contestará que es por evitar una multa (consecuentemente, si nadie me ve, o si desaparece el castigo, robaré, iré a 200 y llevaré el casco en el codo). Es muy probable que, en casos como este, sea incluso necesario que exista un sistema punitivo para evitar ciertos comportamientos. Pero creo que también es verdad que una educación que promueva plantearse el porqué de nuestros actos sería efectiva (si estoy convencida de que el cinturón me salvará la vida, lo usaré siempre). Los ejemplos que he puesto son perfectamente asumibles por todos. No nos los planteamos. El problema viene cuando no nos planteamos nada. 

El otro día estaba analizando oraciones con un alumno, se le veía disgustado. Le dije: "no te gusta hacer oraciones ¿verdad?". Me respondió: "No me gusta porque hay que pensar". Y siguió analizando. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario