martes, 22 de abril de 2014

Si ella le besó...

Antes de empezar, tengo que avisar de que esta entrada contiene un spoiler del capítulo 4x03 de Juego de Tronos, así que si no lo has visto y tienes intención de verlo, mejor no lo leas.

Cercei se encuentra en la sala del Septo junto al cadáver de su hijo. Su padre no pierde la ocasión para conspirar, obviando el dolor de su hija. Más tarde entra su hermano Jaime, y pide que les dejen solos. 
Tras conversar un rato, y tras una muestra de crueldad por parte de ella, Jaime la viola.

Resulta que en el libro, esta escena de sexo es consentida. Resulta que en la serie ella no muestra en ningún momento tener interés en esa relación. Pero de eso ya se ha hablado. Eso no me preocupa. Lo que me preocupa es que estoy leyendo en las redes que mucha gente niega que la escena retrate una violación. 
"No es una violación porque ella le besa antes" "No puede ser una violación porque ella se deja". Yo la oigo decir NO hasta el último segundo de la escena. No la veo complacida.

Es tan obvio que duele decirlo, pero que una mujer te bese no te da derecho a hacer nada después de que ella haya decidido parar. Puede que te sientas confuso, puede que no te guste, pero si ha decidido parar y sigues, la estás violando.

Por otro lado, esto demuestra lo poco que se entiende como funcionan los roles de género en la sociedad. Creo que esto se verá más claro con un par de ejemplos. 

Imaginemos que trabajas en una fábrica. Normalmente cumples tu jornada de ocho horas, de lunes a viernes, con un descanso de veinte minutos. Tu sueldo es muy bajo y las condiciones de trabajo no son las óptimas, pero sabes que al menos así tendrás ingresos y puedes ir viviendo. Un buen día, el encargado te da una noticia: debido a las dificultades económicas, pasarás a trabajar las mismas horas, pero cobrarás un veinte por ciento menos. No sólo tú, sino toda la plantilla deberá aceptar los cambios. ¿Cómo reaccionas? Supongo que la mayoría se enfadará, echará pestes de su jefe, de su empresa y de la crisis y acudirá al día siguiente a la empresa a currar como siempre sabiendo que cobra menos, pero que al menos, tiene un sueldo.

Ahora pensemos en una plantación de algodón del sur de E.E.U.U. el siglo pasado. Cientos de personas recogen algodón y realizan otras tareas, sin percibir sueldo a cambio y sometidxs bajo el yugo del dueño de las tierras. En muchos casos, los capataces recurrirán a la violencia o al asesinato para conseguir que lxs esclavxs se sometan y hagan el trabajo. Sin embargo, la mayoría de esclavos y esclavas continúa trabajando.

En estos dos últimos casos, nadie va a tener ninguna duda: ni lxs obrerxs ni lxs esclavos quieren vivir esa situación. El hecho de que no se rebelen no invalida la opresión que sufren, y en ambos casos se soporta porque están convencidxs de que es el papel que les ha tocado vivir y que cambiar esa situación es no sólo imposible, sino ciertamente peligroso, pues compromete tanto su integridad física como sus posibilidades de supervivencia.

¿Por qué no se ve tan claro en el caso de la violación? Si Cercei, en este caso, o miles de mujeres, en la vida real no oponen resistencia a un violador no es porque "le acaben cogiendo gusto y se dejen". Es miedo, y es exactamente igual que el miedo que tienen el obrero y el esclavo, porque todxs han aprendido que el violador, el jefe o el esclavista tienen de facto poder sobre su cuerpo y su vida, con el añadido en el caso de la mujer de la convicción de su propia inferioridad física, de que si habla tal vez sea tachada de mentirosa (al fin y al cabo ella le besó...) y de que la dependencia que puede llegar a tener hacia su violador no es sólo económica, en muchos casos es también sentimental, si hablamos de un familiar, una pareja o un conocido. 

Me asusta mucho que no veáis una violación. Me asusta y me repugna que sigáis pensando que no somos más que objetos que tomar a vuestro antojo y me pone los pelos de punta pensar cuántas mujeres habrán sido violadas y ni siquiera son conscientes.


sábado, 12 de abril de 2014


Estaba acostumbrada a unos ojos crueles y amantes, a una indiferencia fingida. A un horror soportable. 

La indiferencia, el desprecio, parecen más duros que la violencia. Esto no es posible. Es aterrador. Es pura ficción y aterra. Aterra sentirse sola e indeseada. Todos los denodados esfuerzos de la sociedad, de tu cultura, por hacer de ti un ser contingente y necesitado surten efecto. Te convierten en un objeto, y no lo aceptas, pero ahí estás, actuando como tal. 

Llevas a tus espaldas vivencias, lecturas, reflexiones. Llevas las dos caras de la moneda, llevas acción y desidia, violencia y apatía, amor y odio, amistad, llevas el me la suda.
Te desgañitas, gritas, lloras, imploras, ¿No lo veis? ¿Es posible que no seáis conscientes? "De eso es mejor no hablar" "Qué exagerada" "Tú no lo entiendes"

Y da igual. Importa nada y menos. Hablas, discurres, buscas la lucidez. Adaptas. Vuelves a plantear. Te interrogas, te buscas, las buscas, les analizas. Y es un esfuerzo vano, inane. No merece la pena, y es brutal abrir los ojos. Es brutal que te digan "Lo sé ¿y qué?" Toda tu mierda, tu sufrimiento, lo que podías haber sido y lo que eres. Lo que no.

O naces con polla y te gusta tu condición, o más te vale abandonarte a la estética y la lectura prosaica.
Yo eché a andar, tuve que dejar atrás aquellas miradas y aún me duele hondo saber que no van a volver. Y lo que más me duele es añorar ser aquel objeto que fui, y que no pienso volver a ser.