sábado, 4 de febrero de 2012

Esto no es anuncio, esto es un despropósito. Empieza muy bien: la madre, que está trabajando, llama al padre para decirle lo que le tiene que dar de cenar al niño. No sabemos si el
padre es tonto, si la madre es una controladora, si son ambas o si en realidad es que se da por supuesto que quién debe decidirlo es la madre. Supongo que será esta última, visto a lo que nos tiene acostumbrados la publicidad.

Después, nos convencen que su "caldo", que viene en brick, es mucho mejor que cualquier sopa que puedas hacer tú en tu casa. Esto me parece lógico, puesto que lo que intenta el anuncio es que lo compres; en la veracidad del asunto no vamos a entrar. Y aquí viene el momento apoteósico: El niño salta de la trona y empieza a cantar y a moverse, con una animación imposible, además de cutre hasta el extremo. Qué siniestro. Qué miedo. ¡Llamad al padre Karras¡ Ese niño está poseído! Pero no por Satán, no, está poseído por... ¡Jesulín de Ubrique! Sí, queridos, la música que han elegido para que sea versionada por esta inocente versión de Lucifer es el celebérrimo "toda, toda" del torero, máximo exponente de la estulticia patria.

Terminamos el spot con otro común denominador de esta nuestra televisión: los doblajes metidos con calzador. El padre exclama: "¡Le ha encantao!" con una voz que le pega tanto como a Carmen de Mairena la de Anne Igartiburu.

Para resumir: notas de machismo al principio, mentiras para seguir, catársis con el espectador a través de posesiones demoníacas, montajes imposibles y desgarradores, música deleznable y doblaje terrible. Lo que os digo, un despropósito.

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